Forgive... me? -Priv-

Dicen que al tirar una roca al interior de un lago este cambiara un instante, se formaran olas que mostraran el estremecimiento de la calma y luego volverá a la paz, pero lo cierto es que a pesar de que en la superficie parezca que nada ha cambiado, no es así. Bajo la superficie visible un cambio, esa nueva roca que quedo en el fondo. Solo alguien que no se cegara por su vista podría notarlo realmente, sino pasaría desapercibido.

Algo así era lo que estaba sucediendo con aquel rubio oficial. Luego de lo ocurrido esa noche en el bosque ninguna persona de la comisaría había notado que la actitud de aquel hombre pareciera diferente. No parecía preocupado o especialmente preocupado. Tal vez solo un poco más ensimismado. Después de todo trataba de pensar lo menos posible, solo cuando llegaba a casa luego de sus turnos lo recordaba, cuando estaba tranquilo y no tenía nada que hacer. De ese modo empezó a trabajar más duros en los días sucesivos o estar más atento. Lamentablemente no era como si con ello pudiera saber que había pasado después de que aquel joven se hubiera marchado del policlínico. Quizás se hubiera ido de la isla incluso. No había modo de saberlo.

De ese modo habían pasado esos últimos días. Ese en especial había pedido que le alargaran la guardia nocturna. El capitán no había estado muy feliz por ello, pero le había dado permiso, ya que uno de los otros oficiales se había lastimado hacia un par de días y debían cubrir entre todos los turnos que a él le correspondían. Claro que nadie más que el afectado y el capitán sabían que había pasado. De todos modos había pasado patrullando a caballo en los alrededores de la ciudad y en la zona norte de esta, pero debía terminar ya. Así que a paso ligero hizo que su caballo regresara hasta el cuartel, él también necesitaba un merecido descanso. Lo dejo con algo de comida y agua fresca, solo necesitaba firmar la salida para marcharse a casa.

Solo que no se esperaba aquella imagen que encontró al ingresar en la comisaría. Bueno más bien no esperaba que lo primero que se escuchara al entrar fuera a alguien preguntando por él. Menos que se tratara de esa persona en especifico. Se acercó sin ser conciente que no sería visto desde ese ángulo. Solo se quitó el sombrero y saludo de un gesto a aquel compañero que estaba sentado en el escritorio. Firmaría más tarde, tal vez se tratara de un asunto que requiriera a su persona como oficial de la ley.

- ¿En que lo puedo ayudar? – preguntó al estar finalmente a un par de pasos de aquel castaño. Se veía bien o al menos sano, pero era curioso estar allí. por su parte su voz sonaba calma, un poco más gentil, no lo usual que ocupaba con cualquiera, pero al menos guardaba neutralidad.

Hay ocasiones en que por lógica creemos que debemos hacer una cosa, mientras que de algún modo un presentimiento nos dice que es mejor hacer otra. Es difícil solo decidir que el raciocinio se debe seguir sin cuestionar, pero tampoco es fácil dejarlo de lado y tomar ese riesgo que no tiene demasiadas sustentaciones como para dejarse llevar. Sería más fácil solo no hacer nada, pero eso de por si es una acción.

Decisiones… decisiones.


Por un segundo hubo un silencio que para el rubio se le hizo incomodo luego de que hubiera hecho su pregunta. Como si la tensión se instaurará nuevamente del mismo modo en que había quedado la ultima vez que se habían visto. No era así, tampoco era como si la falta de sonidos entre ellos se hubiera prolongado demasiado. Solo veía en frente a aquel chico que evitaba su mirada aunque pareciera que estaba hablándole de modo normal. O al menos lo suficientemente que se podía tener luego de esa noche complicada. Lo cual era extraño porque en esos momentos lo más difícil era la mirada de su compañero de labores. Ese gesto escrutador que parecía dispuesto a escuchar más de lo debido. Solo habían quedado esas frases del castaño que se notaba bastante nervioso.

- Esta bien, pero tendrás que esperar unos quince minutos porque estoy terminando mi turno – explicó de manera razonable, con ese gesto en su rostro que era un tanto complicado como para decir algo más- ya regreso – le dijo hiendo al interior de la comisaría. Aunque tenía en mente algunos buenos motivos por los que no era precisamente sabio ir con él a alguna otra parte sentía que era lo que debía hacer en ese momento. Así que terminó de hacer un breve reporte de su ronda, al menos por esta ocasión era cierto. Se cambio de ropa dejando el uniformen su casillero, quedando con ropa casual, solo por si acaso y regreso a aquella estancia – conozco un buen café cerca de aquí. – agregó luego de despedirse de su compañero y quedar en el umbral de la puerta, con esta abierta.

Lo cierto era que el dichoso café era el edificio subsiguiente a la izquierda de la comisaría. Un sitio pintoresco, tranquilo y usualmente tenía muy pocos clientes. La mayoría eran los oficiales que estaban por entrar a su nuevo turno o los que habían terminado con el suyo. Allí todos conocían bastante bien a Ban, más de alguna vez había charlado con alguno. De ese modo el rubio saludo a varias personas mientras tomaba asiento en una de las mesas, esperando a ver que deseaba aquel chico castaño.

- Aquí sirven los mejores desayunos de toda la isla – le señaló la carta que tenía la mesa de ellos de manera bastante casual.

Quizás fuera un poco brusco imponer una decisión a alguien, una situación o un contexto, pero en algunos momentos era necesario para apaciguar las cosas. Dar la vista de un sitio neutro donde se pudiera desarrollar una esperada platica.

Eso era lo que intentaba lograr el rubio oficial, dar una instancia calmada, dejar que el lugar apaciguara un poco ese torbellino de pensamientos a pesar que el castaño no se había visto demasiado entusiasta con pasar más minutos de los que había planeado con él. De todos modos había sido con la mejor de las intenciones. Ban había notado el nerviosismo de aquel muchacho, o al menos lo había interpretado así, por eso había querido llevarlo hasta ese café. El ambiente distendido a pesar de la usual clientela siempre había logrado relajarlo y había dicho la verdad, para él no había otro sitio que sirviera un mejor desayuno.

Tomó la carta que le corresponda y ameno a mirar, solo había asentido a las palabras del otro, mientras miraba distraídamente las palabras. En realidad miraba más a aquel chico. Conocía las cosas que servían de memoria, pero de algún modo trataba de hacer algo de tiempo, pero habían ido rápido a pedir la orden. Por su parte pidió lo de siempre, café y tostadas con huevos revueltos. No había comido nada desde la noche y tenía apetito, pero había algo que quería más que comer en esos momentos y era entender algunas cosas respecto a la persona que tenía en frente. Así que en cuanto la mesera se retiró lo escuchó con toda la atención.

Podía distinguía la tensión que había en el otro, como las frases se entrecortaban mientras trataba de darle un sentido lógico a ellas. Además tenían un peso inherente, una presión que le llamaba, algo más había allí y podía recordar de esa noche, de esos ojos con lágrimas. Los mismos que se vieron humedecidos durante el segundo que segundo que pudieron verse frente a frente en el instante en que parecía que todo el rededor se había vuelto silencioso, pero no era así, todos seguían en lo suyo. Solo le sorprendió el detalle de la ropa, tomó la bolsa sin desconfianza. Dudaba que fuera a ser algún aparato explosivo por el peso, además esa figura en frente suyo parecía que se pondría a temblar en cualquier momento.

- No tenías porque hacerlo… pero gracias – le respondió dejando el paquete a un lado mirándolo de frente y de modo directo – tú… ¿Qué es lo que lamentas realmente? – preguntó con una voz acogedora, tranquila y en ese momento se podía apreciar que le estaba dando una especie de oportunidad. Sabía que podía estar cometiendo un error con alguien que era un peligro para las personas como él, pero no podía quitarse esa imagen afectada de la cabeza y el modo en que se había alejado de modo tan dificultoso mientras estaba herido, así que su mirada azulina en esos momentos era tranquila, no juzgaba de más. La ira se había apaciguado y en esos instantes trataba de entender, después de todo había lidiado con sus propias culpas, las que se habían acumulado junto a otras.

En ese momento llegaron los pedidos y de modo rápido le tomó la mano al muchacho, deseaba evitar que huyera por esa pregunta que le había hecho.

El modo en que cada quien había llegado a un punto definitivo no podía ser fácilmente comprensible. Cada paso que damos esta determinado o guiado por los que lo precedieron. Las decisiones del hoy se ven afectadas por las decisiones del ayer. De ese modo es difícil juzgar a otros y que otros nos juzguen a nosotros, pero no era sencillo mostrar una vida de errores y victorias. Así que tristemente nos vemos enfrentados a caminar junto a otros entre densas sombras con las que podemos tropezar y caer.


No era solo el deseo de evitar que el castaño saliera corriendo de allí, prácticamente había visto ese deseo enmarcado en todo su cuerpo luego de haber lanzado esa decisiva pregunta. Por un segundo recordó a un servatillo dispuesto a correr del peligro, lo que era contrastante con la persona peligrosa que había visto noches antes. Era contradictorio y de algún modo le hacía desear saber un poco más de la verdad que aquel chico guardaba… aunque realmente no tuviera un motivo expreso que decirse a si mismo para ello. Solo que no le importaba que hubieran algunas miradas curiosas hacia ellos, ni tampoco el tipo de imagen que estuvieran dando hacia los demás. Deseaba escuchar esa verdad.

En cuanto la mesera se marchó pudo contemplar con claridad el rostro compungido de aquel muchacho y como sus ojos se encontraban de ese modo tembloroso antes de escuchar sus palabras. Eran dolorosas y cargadas de esa triste agonía. Podía notar cuan perdido se sentía el castaño, lo atrapado.

Le creía.

A pesar de que muchos en su situación pensaran que eso sería un ardid, que algo se ocultaría bajo todas esas palabras y las lágrimas que habían empezado a brotar en los ojos de aquel muchacho. Ban le creía. Dudaba que estuviera siendo ingenuo, solo era como si algo en su interior tuviera seguridad de ello. De ese modo una especie de tirón se volvía a formar, como una soga que se volvía más gruesa y firma que le jalaba en una dirección desconocida. Solo se formó un apretón un poco más fuerte en su mano, algo poco perceptible, mientras sus ojos hablaban de cierta compasión, ante esa muestra involuntaria de debilidad. Esa mano se había alejado de la suya y no le detendría en ello.

- Esta bien, pero… - lo miró conciente de que si lo dejaba ir al baño probablemente no regresaría a sentarse con él – las personas como tú – acentuó lo ultimo refiriéndose al genero humano – no tienen porque seguir un camino preestablecido, tienen opciones de elegir aunque existen ilusiones y paradigmas que traten de mostrarte lo contrario. Puedes cambiar lo que haces si realmente quieres – le señaló antes de asentir por eso que le estaba pidiendo – ve y… regresa por favor. – completo volviendo su mirada hacia el café que había pedido para tomar un poco de él, el sabor era más amargo de lo usual.

No estaba seguro de porque le había pedido que regresara, no era como si tuviera algo más que decirle, solo aquello que pensaba, pero tenía esa sensación nuevamente de que era mejor que no se fuera solo.

Cada quien debe de tomar las elecciones que le parezcan más apropiadas en un momento determinado, aunque algunas veces estas solo dejen un mar de niebla frente a los ojos. Solo se debía tratar de avanzar un poco más, esperando no caer en algún error demasiado importante. En un hecho irreparable.

En esos momentos que el oficial de ojos azules esperaba se sentía en esa clase de limbo, no estaba completamente seguro de porque había dicho aquello. Tal vez una parte suya no había querido que ese muchacho ser fuera solo de ese modo afectado. No después de ver que estaba pasándolo tan mal por eso. Deseaba poder creer en esa imagen que cambiaba frente él. Deseaba creer que no era solamente como esas personas de las que había escuchado, aunque sabía que era más prudente tener cierta distancia… solo era que en algún grado podía comprender que era sentirse presionado por lo que algún destino injusto había parecido decidir para su propia existencia. Solo creía que un ser humano tenía mayores posibilidades de cambiar aquello, el instinto y la magia no prima tanto en esas personas, tienen la posibilidad de manejar de manera más libre su voluntad.

En esos largos minutos de espera y reflexión poco a poco había comenzado a comer, más de un modo automático, porque sabía que su cuerpo lo necesitaba que por el deseo y placer de comer. Los huevos no le sabían a nada y el café desapareció demasiado rápido de su taza por lo que tuvo que pedir otro más mientras los ojos de otros comensales del lugar se fijaban en él. Ya había comenzado a pensar incluso que el castaño se habría marchado por la puerta trasera de algún modo cuando vio que regresaba. Observó como se sentaba en la mesa, esa pregunta lo tomó bastante desprevenido, pero de alguna parte surgió cierta seguridad.

- Creo que tú también te mereces una disculpa. – respondió sabiendo que en el fondo esas eran las palabras que tenía atragantadas y no quería reconocer completamente – Dije en esos momentos lo que pensaba sin saber nada de tus circunstancias solamente por la frustración que me causaba haber fallado una vez más… - era difícil explicarle en que había fallado, que era lo que deseaba lograr, solamente dejo eso en el aire – De todos modos si… si te sientes tan mal – dudo un segundo quizás se estuviera entrometiendo demasiado aunque de todos modos siguió adelante – Y si crees que es tan malo en lo que has estado hasta ahora, pues podrías alejarte de ello. El paso por esta isla podría ser tomado como una segunda oportunidad.

A veces una persona estaba demasiado acostumbrada a ver como eran ciertas reacciones en un tipo de contexto, con lo cual no era capaz de captar de manera fidedigna como estas se podían dar de una manera diferente en un lugar diferente.

En otra ciudad probablemente hubiera realizado alguna otra advertencia a aquel castaño, probablemente en otro lugar ni siquiera se hubieran encontrado en una situación como la de la otra noche. De ese modo cosas diferentes habían sucedido con personas distintas, su manera de ver el mundo se había tenido que ampliar a la fuerza porque sino difícilmente se podría haber adaptad para sobrevivir en ese lugar. Al menos había dejado de sentir esa molesta presión en sí mismo y al observar con detenimiento a aquel castaño algo similar había ocurrido en él. Aunque aun se veían algo irritados esos ojos por las lágrimas que lo habían recorrido hacia unos momentos parecía un poco mejor.

Solo que se había contenido de ser tan brusco, para lo que deseaba remarcar, por lo cual suspiró al notar que sus palabras sol habían obtenido una respuesta totalmente diferente de la que había esperado. Quizás debería de habérselo esperado, pero de alguna manera le fastidiaba la idea de que estuviera tomándolo casi como si fuera un ataque contra su persona. Así que tomó una resolución, lentamente se fue alzando por sobre la mesa de modo que si eso ponía demasiado incómodo o por algún motivo llegaba a asustar al otro, este podía evitarlo y alejarse. Deseaba llegar cerca de su rostro, de su oreja derecha para poder hablarle sin que otros llegasen a escuchar ni por casualidad lo que tenía que decirle.

- Lo que he tratado de decir todo este tiempo es que una “persona normal” como tú, tiene más libertad para escoger – estaba muy cerca del castaño y podía sentir las miradas que otros tenían sobre ellos, en esos momentos le era algo indiferente, en Canadá estaba demasiado tratado el tema de la diversidad sexual, aunque claro… sería un buen elemento de chisme para varios durante algunos días. Lentamente regreso a sentarse – No deberías desanimarte tanto o creer que eres inútil, ni siquiera sé tu nombre y me he dado cuenta que eres alguien ágil, observador. Para empezar podrías trabajar dentro del cuerpo de guardabosques u otros oficios sin tener mayores estudios. – señaló directamente sin notar que allí volvía a salir de un modo medio extraño esa manía de comportarse como un caballero medieval a la ayuda de quien lo requiriera. – Nunca he insinuado que dejes de vivir, cada quien debe labrarse su camino en el mundo… incluso si llega a parecer que el mundo no lo quiere… esa es una mala ilusión solamente.

Tomó su taza de café para beber un poco más de él. Le quedaba a penas la mitad de una tostada y recién asimilaba que en verdad no sabía el nombre de aquel otro comensal. Dejó la tasa y lo miró con detenimiento. Era bueno saber que no estaría haciendo más cacerías, al menos deseaba que esas palabras fueran verdad.

En algún momento podemos arrepentirnos por hacer algo incorrecto, es algo frecuente que le pasa a todos y al final cada quien debe aprender a enfrentarlo, pero es más difícil darse cuenta que no se ha hecho algo en especial. Se ha perdido una oportunidad enorme y que podría haber significado un hallazgo tan grande como el significado de la vida. Lo peor es que una vez ese momento ha pasado es prácticamente imposible traerlo de nuevo ante si mismo.

El rubio volvió a sentarse bien tras algunos segundos de esos consejos, no sin sentir que algo muy inesperado había sucedido. Trataba de mantener un semblante completamente normal, no era momento ni modo… ni nada. En esos momentos lo que creía no podía ser cierto. No era posible que el castaño hubiera estado esperando que lo besara en esos momentos, debía ser idea suya. Se repetía de manera incansable tratando de salvarse a si mismo de cometer alguna torpeza difícil de explicar luego. Pero, el mayor problema era que luego de formarse esa idea en la cabeza no se la podía sacar, se descubrió deseando un poco que eso no fueran solo imaginaciones suyas. Que fuera verdad… es que esa imagen que había visto de cerca de su rostro con los ojos cerrados y la boca que pareció inusualmente tentadora en esos momentos le había atraído.

Por unos instantes se regañó a si mismo, no debía estar fantaseando en esos instantes si lo que deseaba era ayudar de algún modo, mantener la mayor paz y seguridad en la isla. Lamentablemente esa idea iba a ser difícil de mantener. Además parecía que el castaño estaba con una racha algo extraña. Fue imposible no escuchar el sonido de esa mano al chocar con la tapa de la mesa y esa expresión de dolor contenido era mucho más elocuente que cualquier quejido que hubiera escuchado antes. Era todo un cuadro para ver, el sonrojo, el modo que trataba de disimularlo todo. Era más que llamativo, pero lo que dijo a continuación le arrancó una sonrisa agradable y agradecida, 100% sincera. Así que en esos momentos aprovecho de extender su mano para tomar la que se había golpeado el otro para masajear esos nudillos golpeados. Sin dejar de escucharlo.

- Gracias – murmuro sin verlo directamente a los ojos, no deseaba comprobar si se había puesto más rojo o no con su acción, podría ser que se encontrara con un resultado desalentador, así que solo meditó aquella idea de que quizás se debería ir pronto, pero esperaba que aquel joven no se fuera a meter en medio de todos los problemas solapados que se habían dado desde hacía muchísimo tiempo en la isla. De todos modos sabía que iba a hacer algo imprudente, sus capacidades no eran las mejores durante el día, pero asintió – podemos caminar o incluso ir a mi casa si no te es problema – sugirió esperando a ver si eso llegaba a causar alguna clase de recelo – eso si… para estar en igualdad de condiciones…. ¿podría preguntar tu nombre? – antes había dejado la idea en el aire, pero ahora ya no podía dejar que eso se dilatara más. Era algo demasiado importante para obviarlo.

En ese momento extraño para alguien como el rubio todo seguía un camino más retorcido de lo usual. No tenía claridad de nada, solo actuaba del modo que le parecía el correcto, aunque probablemente no existiera un camino así como tal. No se estaba deteniendo a pensar en las repercusiones internas de lo que estaba haciendo. A penas podía darse una pobre excusa a si mismo por su actuar, pero solo seguía allí tomándole esa mano ligeramente lastimada del castaño. La respuesta no se hizo a esperar ante su propuesta, obteniendo de ese modo probablemente la más lógica de todas. ¿cómo era posible que pensara que iba a aceptar ir a su casa si en alguna parte podía verlo como alguien peligroso? Lógicamente ni siquiera debería de habérsele ocurrido esa posibilidad, pero el sonrojo de antes… no, lo dejaba dando demasiadas vueltas en su cabeza.

- Entonces diré que es un gusto Jude – concluyó con una ligera sonrisa, esperaba poder mantener esas palabras por más tiempo o la experiencia de haber conocido a aquel castaño se iba a transformar en una especie de montaña rusa maldita. Termino de estrecharle la mano antes de verlo partir a toda prisa hacia el exterior del café. – Esta… bien – respondió mientras veía como Jude se apresuraba a salir del edificio. Fue recién entonces que miró alrededor y vio varias miradas en su dirección, estaba seguro que al día siguiente sería bombardeado de preguntas indiscretas… pero bueno ¡Qué diablos! Sacó su billetera y dejo unos cuantos dólares canadienses para pagar su parte de la cuenta, así que salió con calma dando algunas divertidas miradas de advertencia a su alrededor – listo… ¿todo bien? – preguntó luego de sentir que el muchacho parecía algo extraño, no sabía bien.

Comenzó a caminar hacia el centro de la ciudad, probablemente fuera mejor para ambos estar en un entorno donde las personas estarían en constante movimiento. Aunque eso significara pasarse unas cuantas horas más en vela. Era increíble como no se le notaba el cansancio tras esa fuerte apariencia, a penas unas escasas sombras purpúreas bajo sus ojos, nada demasiado llamativo. Miraba de soslayo al castaño, como si tratara de dilucidar algo más, pero sentía que estaba imaginándose algunas cosas.

- Y… ¿Qué era lo que deseabas conversar? – preguntó sin hacer ninguna alusión a la incomoda observación de sus colegas, mientras avanzaba con sus largas zancadas, con el paquete bajo el brazo.

Las jugarretas de la magia con cada criatura muestran que las casualidades finales, complicados y muchas veces peligrosos. No era simplemente decir que se haría o seguiría tal acción, pues el destino y aquellos caminos torcidos te podían dejar en un lugar que nunca hubieras imaginado. El oficial caminaba por ese sombrío sendero sin saberlo, ir con la guardia baja era una imprudencia sobre todo al saber que cargaba con una maldición, pero él jamás imagino lo que podría ocurrir.


Se había detenido un segundo para escuchar la respuesta del castaño. Jud le transmitía la sensación de que le hablaba con la verdad, no podría decir que era en él lo que le hacía tener esa sensación, pero era así. Era extraño por más que lo pensaba y trataba de convencerse a si mismo que no era porque el chico le hubiera parecido atractivo o algo por el estilo. Si fuera de ese modo se podría dar por muerto al dejarse engañar por algo tan simple y lo peor es que se lo merecería. Solo esperaba que su sensación fuera correcta y no se estuviera dejando engañar como un tonto. Apretó esa bolsa contra su propio costado un segundo deseando creer en esa amabilidad antes de contestar a esas palabras.

- Comprendo… a nadie le gusta mostrarse vulnerable frente a desconocidos… incluso con gente de confianza le es difícil a algunas personas – comentó como si fuera lo más usual del mundo. Quizás no a ese nivel, pero alguna vez en sus primeras asignaciones antes de llegar a la isla tuvo que ver por gente asaltada o en estado de shock al haber presenciado algún accidente. Así que guardando las distancias esto era algo así. De todos modos lo miraba de soslayo mientras avanzaban, dándole espacio para que hablara de aquello que no había podido en el café – el tema de la VISA es importante, pero si tú encontraras algo antes podrías quedarte sin mayores problemas… la ciudad tiene cierta “atracción” especial para extranjeros – asintió mientras lo miraba de soslayo, deseaba preguntarle sobre esa misión, pero tenía un mal presentimiento sobre ello. Solo que lo tomó de sorpresa esa ultima parte – estas huyendo de ellos – señaló con certeza y en tono bajo mientras veía como algunas personas iban caminando por la acera del frente.

Se detuvo y comenzó a caminar acortando por las calles, de modo inconsciente sus pasos iban a un lugar en específico. Las cosas parecían complejas para aquel muchacho y sin saber porque deseaba ayudarlo. El rubio no tenía ni la más mínima idea de que había terminado ligado a aquel joven. No había motivo para ello, pero así eran las cosas dentro de su familia. De ese modo tomaba partido en los problemas de Jude, esperando ver alguna opción para él. Solo suspiró bajo, con esa sensación de que algo malo podría llegara sucederle al castaño en su estadía. Después de todo ya había salido malherido hacia unas pocas noches atrás.

- ¿Cómo esta tu herida? – preguntó con calma, si alguien los escuchara se imaginaría algo simple, bastante distante a la realidad.

¿Por qué alguien trata de darle seguridad a un desconocido? Es por decirlo menos algo curioso, pero de manera indudable, es posible que e primer pensamiento de cualquiera es que esa persona desea realizar alguna clase de acercamiento. Uno que siempre estará influido por la situación, pero indudablemente en el caso del rubio algo de eso había. Él mismo probablemente no se lo podría explicar a su propia persona. Solo estaba ese hecho, de algún modo trataba de darle cierta seguridad a aquel castaño luego de haber visto un poco más de él. Como oficial había visto a muchas personas, muchas con problemas y a más de un tipo malo, no era infalible, pero confiaba en sus instintos.

Para el rubio no dejaba de llamarle la atención ese mudo asentimiento a su deducción. Era algo que había dilucidado por las palabras del otro y que se notaban con bastante pesar. Deseaba preguntarle más de aquello, pero comprendía que era posible que no le dijera nada más. No parecía muy a gusto hablando de ellos y en ese lugar, “esas relaciones familiares” eran mucho más complicadas que en el resto de las personas. Era mejor seguir con un tema un poco más neutro y el asunto de la herida era demasiado importante como para solo dejarlo pasar. En cuanto escuchó esa voz contándole lo sucedido se sintió un poco más tranquilo.

- En realidad corriste con mucha suerte – le señaló con un tono de voz que mostraba algo de preocupación, pero al mismo tiempo contenía cierto toque de regaño – a pesar de “todo” – puntualizó de modo que Jude comprendería que se refería a sus conocimientos como cazador – fue algo terriblemente imprudente y precipitado. – Ban aún se sentía frustrado por el modo en que había terminado todo, pero no culpaba exactamente a aquel chico. – De todos modos no es como si la gente de la Isla estuviera indefensa precisamente – agregó, con una ligera sonrisa, aunque no era de satisfacción, era complejo, se notaba un poco esa sensación de peso que se había auto impuesto cargar. Pero pareció alegrarse un poco al ver l consideración ajena – Yo perfectamente, soy duro como una roca.

Mientras hablaban el camino se volvía menos concurrido, los edificios empezaban a ubicarse un poco más lejos unos de otros, mientras que las casas empezaban a guardar cierta distancia. Su casa se ubicaba dentro de los suburbios, pero muy cerca del linde del bosque, allí había largos caminos empedrados, las zonas más antiguas de la ciudad, donde bancas de piedra y jardines abandonados daban un aspecto pintoresco y salvaje.

- La verdad… solo comencé a caminar, hasta donde mis pies me guiaran – respondió con normalidad, aunque no lo había dicho todo, se había percatado de que estaban cerca de su hogar, pero optó por sentarse en uno de esos antiguos bancos. Había sido un poco incomodo, pero no deseaba pensar el motivo de ese acto inconsciente, trataba de justificarlo con el cansancio de una larga jornada de trabajo – la isla a veces parece mucho más grande de lo que de verdad es, pero no es difícil empezar a conocer sus distintos rincones – le comentó con esa sensación de que incluso sabiendo lo que sabía aquel lugar le gustaba mucho.

Con el tiempo la vida da muchas lecciones, y a pesar de que el oficial rubio no era precisamente una persona demasiado mayor ya había logrado interiorizar varias. Había aprendido a aguardar a pesar de algunas circunstancias, por sobre todo cuando estas parecían inciertas. Era una lastima no tomar ciertos riesgos, con cierta frecuencia se dejaban pasar algunas oportunidades, pero también había una ganancia, una que estaba relacionada con mantener cierta parte de su naturaleza bajo control. Lo impulsivo de la edad se había tornado en una fuerza diferente, una que lo hacía medirse con frecuencia. Pero en esos momentos el rubio deseaba tener el tiempo y las oportunidades suficientes de conocer un poco mejor a ese castaño… y de paso alejarlo de los problemas.

- Pero eso suena a que te confías bastante en tu suerte… - le apunta con esa sensación de que aquel chico debía tener una vida movida y más peligrosa de lo que podría haber pensado. Aquello podría llevar a que fuera lastimado tarde o temprano y eso no le gustaba nada. De hecho su mirada se volvió más seria, lo pensó un instante tratando de no ser demasiado duro ya que no era como si se conocieran especialmente bien. Solo tenía esa sensación de conexión que bien podrían ser ideas suyas – De todos modos sería mejor no ir demasiado desprevenido por aquí… muchas cosas no son lo que parecen y es fácil equivocarse – le aconsejo el notar que parecía entender en algún grado lo que antes le había dicho – Cuando yo llegué por primera vez cometí muchos a pesar de mis buenas intenciones, así que me alegraría bastante que tu evitaras algunos si tomas mi consejo.

Le sonrió un poco al escuchar esa respuesta, lo había dicho como cualquier persona, aunque si era cierto, las gárgolas tenían la piel más dura que las rocas cuando estaban en su forma bestial. A pesar de tener grandes ventajas frente a otras razas, con pocas debilidades si se era lo suficientemente cuidadoso, eran muy pocos. Era difícil reproducirse y el número de ellos iba disminuyendo con los años. Era una lucha única por la supervivencia, lo que le daba un peso diferente a Ban por sus preferencias. Suspiró y negó tratando de centrarse nuevamente en la conversación con Jude, no tenía porque preocuparse por otras cosas en esos momentos.

- Entiendo… siendo así te has perdido de mucho, – le dijo haciendo un poco de memoria sobre todos los lugares que había en la isla- aquí tenemos bellos sitios a los que ir, en la ciudad aun se mantienen construcciones muy viejas que serían la delicia de cualquier arquitecto, o playas bellas a pesar del frío que encantarían a naturalistas… - cito también antes de decidirse a su ultimo comentario – y si sigues un régimen de buen comportamiento te podría mostrar un lago que hay en los bosques, hay que ir acompañado para asegurarse que no “ataquen los animales salvajes”, pero si aceptaras podríamos considerarlo una cita – dijo así como si nada mientras miraba hacia el cielo, su intención era incierta para si mismo, pero se obligó a mirar con una ligera sonrisa al castaño.

La palabra destino es una que pesa demasiado en la gente, no es de extrañar que muchos se traten de resistir a ella. Luchar con todas sus fuerzas es algo inevitable, después de todo a nadie le gusta sentir que sus decisiones han sido determinadas desde fuera, mucho menos que todos los errores que se han cometido no se podían salvar. Esa sensación de catástrofe no es precisamente alentadora. De ese modo al escuchar esa palabra de labios de aquel castaño hubo una especie de resonancia distinta. Fue como si por un segundos los ojos del rubio se empañaron como si no pudiera ver, o estuviera su mente muy lejos de allí.

- ¿No es ese un pensamiento algo derrotista? – le preguntó mirándolo de soslayo a ver que podía captar de él – Quiero decir que suena a que hagas lo que hagas no podrías cambiar las cosas a las que supuestamente estas destinado… como la hora de muerte – agregó pensando un poco más en esos misterios de la vida y como a pesar de lo que le estaba diciendo recientemente a ese castaño él mismo ya se había resignado de cierto modo a lo que sabía que le deparaba el destino. Eso era realmente deprimente, pero lo había tenido tan asumido desde hacía un tiempo que había evitado pensar en ello. Fue curioso, el oficial no pudo dejar de mirar un segundo preguntándose como era que ese chico hacía que esas cosas se activaran nuevamente en su memoria. Pero dejo de lado aquello por un momento al parecer el contrario había recibido de buen grado su consejo y eso ya era un primer paso – Ojala sea así – completó con un tono de voz que mezclaba la gracia y la seriedad, solo deseaba tener esperanza de que así fuera.

De todas maneras se había tomado su tiempo para abrir la bolsa que tenía aquella chaqueta roja, no era precisamente una de las que usaba para el trabajo, pero tenía buen corte y parecía bastante funcional. Así que de todas formas le había hecho caso a Jude, se la probaría frente suyo… aunque en parte sentía que lo estaba haciendo por lucirse un poco, lo que era ago bastante estúpido. Ban jamás había sido el tipo de hombre o muchacho en su tiempo que se vanagloriara de su aspecto. Bien, lo sabía, no era alguien feo y tenía esa apariencia avasalladora gracias a su carga genética y un poco al entrenamiento necesario, pero… ya no, lee estaba dando demasiadas vueltas a un asunto que si lo pensaba sonaba más que tonto. Se quitó la chaqueta que traía encima dejando a vista solo una camisa ligera gris claro que hacia ver sus ojos más azules de lo usual.

- ¿Y que tal? – preguntó con la chaqueta puesta, aunque sentía que le quedaba un poco más ajustada de lo que acostumbraba, cuando cruzaba los brazos sentía como la tela se apegaba más en su espalda y en sus tríceps, pero no parecía que fuera a reventar al menos. Se sentía bastante alegre al ver que su pequeña invitación había sido aceptada, le daba una especie de… ¿esperanza?, pues no estaba muy seguro, pero la rentablemente allí llegó una frase que no lo dejaba muy tranquilo – Yo no estoy tan seguro de eso en estos momentos – señaló refiriéndose a su tipo favorita de persona, aunque eso le hizo sentir ligeramente incómodo – Pues… creo que no eres el tipo de personas que vayan a irse buscando problemas “como el de la otra noche” porque sí. No pareces ese tipo de persona intolerante. – prosiguió fijándose bien en esa sonrisa que tenía frente suyo, parecía que el castaño no estaba completamente seguro de algo y por su parte el rubio sentía cierto pesar – Así que me refiero a comportamientos…. –miró un poco alrededor notando que no había nadie en ese camino en aquellos momentos – innecesarios. Solo procura informarte bien antes de tomar alguna decisión.