Tensión - Libre -

Las personas por lo general hablan que odian que sus vidas sean rutinarias, que los agobia y les baja el animo. Al fin y al cabo es algo demasiado propio de las personas, en realidad se aferran a un “algo” conocido. Algo que les haga sentir la seguridad de lo conocido. Algo que es muy necesario en un mundo como el de aquella isla, donde todo es incierto, las cosas pueden cambiar de un segundo para otro y las personas corren peligro constantemente, así que tener una especie de rutina es algo que calma un poco la psíquis.

Las personas ocupadas y que manejaban diferentes fuentes de poder en ese lugar veían de maneras muy curiosas todo el movimiento de la isla. Era casi como si tuviera una especie de pulso bajo el cual todas las criaturas se movían, una a una acoplándose a pesar de haber llegado recientemente. Esa idea había ido en la mente de cierto hombre de oscuros cabellos por mucho tiempo, pero hasta ahora no había podido encontrar la clave, la pauto o música que le daba sentido a todo. Era un rompecabezas que tenía en mente, pero que trataba de desentrañar lentamente.

No podía descuidar las funciones. Los presupuestos alcaldicios, el modo en que el dinero fluía de un lado a otro. Apoyar al alcalde de esa manera no era solo una cuestión de ventajas, también tenía que interpretar bien ese papel. Por eso en días como ese terminaba muy tarde sus labores. Solucionando escollos y problemas hasta que esas insulsas preocupaciones no parecían ser más que una preocupación menor.

Ya era de noche y la alcaldía parecía vacía, todos los empleados menores se habían retirado hacía varias horas atrás. Probablemente solo quedara él por los alrededores. Era como si una ligera tensión estuviera en su pecho, esa sensación adrenalinica a la que se había ido acostumbrando para no saltar por el menor ruido, aunque era conciente de las cosas que acontecían a su alrededor. Se había detenido en los estacionamientos de la alcaldía para fumarse un ultimo cigarrillo antes de regresar a casa. No estaba muy lejos, pero por diversos motivos prefería manejar antes que solo caminar. Fue entonces que un ruido diferentes a los usuales lo alerto.

- ¿Hay alguien ahí? – demando con fuerza, no deseaba verse asustado aunque se sentía un poco nervioso, tenía su arma cargada en el interior de su chaqueta, pero sería estúpido dispararle a cualquier idiota transeúnte. Aguardó a tener respuesta.

Salió detrás de una de las columnas del estacionamiento con movimiento suave y sigiloso -disculpe, no quise asustarle- miró detenidamente al joven de cabello oscuro examinando si representaba algún peligro, notó que solo era un humano así que relajo ligeramente su expresión pero manteniendo aun un ceño ligeramente fruncido.

De reojo y rápidamente observó a su alrededor si alguien más se encontraba en el lugar, pues para lo tarde que era no esperaba entrar a alguien aun. De nuevo miró al joven del estacionamiento observó que se encontraba tenso dio dos pasos en dirección del joven -¿disculpe, quien es usted?- pregunto con tono claro, fuerte y suave a la vez.

A veces se preguntaba porque seguía sorprendiéndose de las cosas extrañas que sucedían en esa maldita isla, pero rápidamente volvía su atención a lo que verdaderamente importaba, lo que acontecía en el momento presente. Dentro de todas las cosas curiosas que podían suceder en ese lugar estaba sucediendo la más normal. Al menos eso era lo que se aparentaba.

El pelinegro frunció el ceño al escuchar esa disculpa. No podía dejar de sentirse tenso, pero no demostraba miedo. No podía hacerlo aunque sentía esa sensación de peligro recorriéndole la espalda como si una mano congelada se deslizara sobre la piel de su espina dorsal. Su mano estaba dentro de su chaqueta y su mano alrededor de su celular. Clamaramente tenía su dedo sobre el botón de marcado rápido hacia la estación de policías.

Lo vio acercarse, pero su rostro soberbio no demostraba ni un ápice de duda. Podía ser desde un maldito ladrón común 8cosa que dudaba realmente) a cualquier otra cosa. La pregunta importante en esos momentos era ¿Por qué diablos se había acercado a la alcaldía a esas horas? Comprendía que no debía tratarse de nada muy simple.

- Se nota que desconoce normas de cortesía mínima, – acentúo sus palabras con ese tono que claramente calibraba al otro – Lo correcto es presentarse primero antes de preguntar por la identidad de alguien más – señaló mientras alzaba una ceja. Era una muy ligera provocación, pero trataba de probar un punto a si mismo.

Continuaba caminando hacia el pelinegro con cautela de nuevo con mirada furtiva examinó a su alrededor, sabía que entre las sombras se encontraba ese demonio que había estado persiguiendo desde hace un rato, casi había podido atraparlo hasta que se le escabulló en el estacionamiento de la alcaldía no era un demonio poderoso pero sabía que causaría problemas se lograba posesionar algún cuerpo y por el momento ese joven podría ser un excelente candidato debía acabar con esa tarea lo más pronto posible por el bien de ambos.

No quiso ser descortés pero prefería no responder a su pregunta, al menos aun no -si, tiene razón hoy en día todo mundo olvida los modales con facilidad- al acercarse más notó que el joven tenía listo su celular para llamar a emergencias si así lo requería la situación y era lo que menos necesitaba que se relajara y alejarlo la más pronto posible del lugar cuando notó que el aire se ponía mas denso al rededor del chico, era tarde debía pelar frente al humano, su mirada se tornó aun mas seria y fría -por favor no se mueva y confíe en mí- le dijo con un tono mas elevado pero procurando que sonará calmado.

Habían frases que eran demasiado típicas en las películas o cualquier tipo de producción ficticia. En esos momentos Vitar se sentía de ese modo. El orgulloso y arisco humano miraba con desafío a aquel joven rubio. Su manera de expresarse no era una garantía de que fuera alguien con quien pudiera bajar la guardia. No sabía que se había percatado de que estaba preparado para dar una alerta en cualquier momento al fin y al cabo tenía el aparato dentro de su chaqueta fuera del alcance de visión de otros. En la alcaldía habían distinto tipo de cosas valiosas. No dinero o obras de arte necesariamente, pero si varios enseres que podrían interesar a más de alguien. Por eso su primer pensamiento era ese tipo de peligro.

Estaba intranquilo. Suponía que por aquel individuo que estaba frente a sí, más que por la posibilidad de que hubiera otra cosa que les estuviera amenazando en esos momentos. De modo que espero atento a que se presentara, pero por lo visto estaba renuente y al tiempo carecía de una actitud agresiva. Mucho para tomar en cuenta.

- ¿Cómo si la confianza fuera algo que se da a cualquier desconocido? – preguntó retóricamente, aunque no se movió de donde estaba. Se sentía demasiado alerta y su mirada trataba de abarcar más de lo que sus limitantes humanas le podían ofrecer - ¿qué rayos sucede? – preguntó de manera directa, sin señalar aún que ese rubio era demasiado sospechoso… únicamente por encontrarse en esa isla… tomaba precauciones extras a las normales.

Unos suaves y casi imperceptibles sonidos los rodearon.

Una masa oscura y vaporosa comenzaba a tomar forma atras del chico y una sonrisa que casi parecía caricaturesca se mostraba en aquella masa que comensaba a tomar forma y una risilla burlona se escucha salir de ella, chistó con la lengua trataba de idear una estrategia para que el joven no saliera herido en medio de la batalla, podria conjurar un encantamiento para hacerlo dormir, pero ese ser oscuro podria tomar ventaja de ello asi que debia quedar descartada, un ataque sorpresa seria lo más conveniente, pero primero debia mover al chico a un lugar seguro.

-tienes razón, no se puede confiar facilmente hoy en dia-

Examinó al joven de pies a cabeza, parecía estar en buena condicion fisica podría tomar ventaja de ello miro de nuevo a su alrededor esta vez concentrandose un poco para persivir alguna otra presencia, el camino estaba libre solo estaban ellos tres, eso era perfecto notó a su derecha una via perfecta para que escapara el humano sin salir herido, la segunda pregunta lo pudo alerta al perecer este humano era mas perspicas de lo que suponía.

relajó su mirada a tornarse de nuevo algo calida como al principio -lo siento, es solo que apareciste en el momento equivocado-

Miró de nuevo al ser que se encontraba de tras del joven, esta vez era más visible su forma, pero no dejaba de ser desagradable, sabía que se preparaba para entrar en el cuerpo del humano en cualquier momento debía hacerlo ahora o todo fallaría , así que con un par de sancadas quedo frente al pelinegro lo tomó del brazó que tenía libre para lanzarlo hacia la ruta de escape que ya había previsto -corre- le dijo en voz alta y con mirada fría y firme.